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viernes, 29 de junio de 2018

Colombia: El desafío de la izquierda frente a la agenda guerrerista de Álvaro Uribe e Iván Duque


Por Tony López R  (*)
La elecciones  del  27 de mayo y el 17 de junio en Colombia, celebradas en paz y  tranquilidad, es fruto de los Acuerdos de Paz, firmado por  el Gobierno y las Fuerza Armadas Revolucionarias de Colombia- ejército del Pueblo. (FARC-EP). Pero también  la decisión del Ejército de Liberación Nacional, (ELN) que durante los dos eventos electorales y con el propósito de no lesionar los diálogos que llevan a cabo con el Gobierno de Santos Calderón, aceptaron un cese de hostilidades. Lo cual demuestra la voluntad política y de paz de esta organización guerrillera.

Este histórico acontecimiento, que habla del goce, beneficio y alegría de vivir en paz, se ha manchado,  contradictoriamente, una importante fuerza  electoral votaron a favor del Centro Democrático, disidencia liberal-conservadora santandereana, conformada por Álvaro Uribe e Iván Duque, con el apoyo de la derecha liberal presidida por César Gaviria, el partido gubernamental de la Unidad Nacional, el liberal Llerista Cambio Radical,  y sumadas las autoridades de la derecha católica y las retardatarias sectas religiosas cristianas, que desde el pulpito hacían campaña a favor de está formula guerrerista.

No es una herejía lo que estoy  señalando, veamos cuales han sido las declaraciones del electo presidente Duque sobre los Acuerdos de Paz y los diálogos que con el  ELN, sostiene el Gobierno colombiano en La Habana.

Durante su campaña presidencial Iván Duque sostuvo firmemente la política de su partido el Centro Democrático de adversar los Diálogos de Paz,  que se llevaron a cabo por cuatro años en La Habana, movilizaron y desarrollando una campaña mediática y feroz contra el plebiscito convocado unilateralmente por el Gobierno y esta extremista organización enemiga de la paz,  logró imponer el No a los Acuerdos de La Habana.

Una verdadera irracionalidad, porque la historia no reconoce la existencia de un pueblo que vote a favor de la guerra.

Buena responsabilidad tuvo el Gobierno en esta derrota, cuya campaña fue débil, desde las más altas instancias del Partido oficialista de la Unidad Nacional, poco se hizo tanto en orientar a sus miembros, como hacer un fuerte desmentido frente al mentiroso linchamiento mediático, basado en que el Jefe de la Guerrilla ocuparía la silla presidencial y que se impondría un gobierno “Castro-Chavista”.
Una vergüenza porque  demuestra el analfabetismo político o sobre todo la imposición  del pensamiento pro imperialista y reaccionario del santanderismo frente al unitario y latinoamericanista y caribeño  pensamiento bolivariano.

Pero esa derrota del SI a los Acuerdos, deja al desnudo esa conducta y la trampa política, el apoyo del Partido Gubernamental, a la fórmula del extremista Centro Democrático presidencial de Uribe –Duque, es un voto en contra de la paz, nada compresible ese apoyo,  pues incluso el presidente Juan Manuel Santos fue premiado con el Nobel de  Paz.

Un triunfo del SÍ le hubiera dado fortaleza política, social y jurídica a dichos Acuerdos. Esa derrota permitió  revisar a pedido del Centro Democrático y especialmente de Álvaro Uribe, el contenido del Acuerdo sobre la justicia transicional, lo que ellos llaman no aceptar impunidad a la guerrilla y  evitar que sienten en la silla de los acusados a los ejecutores de crímenes de Lesa Humanidad, los mal llamados falsos-positivos y a los altos funcionarios que aprobaron una política de terrorismo de Estado y a sus aliados, banqueros latifundistas y jefes de los carteles de la droga. Algo ya logrado pues la revisión de la nueva Corte Constitucional,  dejó sin efecto incluir en su juzgamiento a estos sectores muy comprometidos  en graves  violaciones de derechos humanos y causantes de miles de víctimas de la guerra  y millones de desplazados.

La política del nuevo Gobierno que asumirá el próximo 7 de agosto será muy clara y firme. Mantener y profundizar el modelo neoliberal, con una fuerte política fiscal que favorecerá a los ricos y afectará a la clase media y empobrecer a los más pobres.  Ya declaró públicamente que solicitará al Congreso donde tiene mayoría, una reforma a la Jurisdicción Especial de Paz, obviamente con vista a debilitarla aún más y garantizar la defensa de los represores y sus cómplices. Otro de los objetivos es evitar que las 10 curules, acordadas y  aprobadas en los Acuerdos que ocuparan dirigentes del nuevo Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, (FARC) la ocupen, si antes no son juzgados y pagados sus penas. Algo difícilmente pueda  lograr.

Por otra parte propone que el delito del narcotráfico no pueda ser considerado como delito conexo al delito político cuando se comete o cometió para obtener recursos para el financiamiento de la guerra, otro elemento para vincular a la guerrilla al tema del narcotráfico. Tema que fue debatido ampliamente  entre las delegaciones del Gobierno y las FARC y acordado y firmado por el Presidente. Ahora Uribe y Duque se empeñan en eliminarlo y que quede en manos de la Corte Suprema.

En este sentido el pasado 18 de Junio, a menos de 24 horas de ser elegido Presidente, Duque solicitó al Congreso aplazar el trámite de la última ley necesaria para que la Justicia Especial de paz  (JEP) pueda funcionar,  es una ley que se ocupa de los procedimientos que deben aplicarse y se está tramitando en el Congreso. Frente a este mensaje, el presidente Santos Calderón, se opuso a esta petición de Duque y pido al Congreso que se apruebe.

El 20 de junio la Cámara de Representantes aprobó la ley que ahora debe pasar al Senado, para que se complete el marco normativo de la JEP, el debate será muy tenso, porque se conoce y es publicó que en el Senado se concentra un grupo de legisladores vinculados al paramilitarismo, sobre todo los representantes del Centro Democrático, cuyo jefe de bancada es el senador Álvaro Uribe y algunos conservadores y liberales.

Por otra parte el mensaje de Duque  a los Diálogos de Paz que llevan a cabo el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, (ELN) en La Habana, en la conferencia de prensa que ofreciera el pasado 20 de junio, es sumamente negativo y humillante, al plantear  que  “el ELN deben abandonar todas sus acciones criminales y proceder a concentrase en sitios escogidos, vigilados y con veeduría internacional”.  Este es el mensaje equivocado y el que siempre han  tenido algunos gobernantes colombianos respecto al ELN, en primer lugar subestiman a esta organización política y  militarmente, el planteamiento de la rendición no caminará con el ELN, no solo militarmente preparada en lucha irregular en cerca de medio siglo de combates,  con victorias y también contundentes derrotas como la de Anorí, de la cual se levantaron como ave fénix, en el ELN hay una cultura política y fuertes convicciones política e ideológicas  de porque luchan, jefes míticos.

Esta es una organización que tiene una fuerte influencia en el movimiento social. El presidente Duque demuestra así su poca experiencia  y conocimiento de su país. Solicitarle la capitulación al ELN, es enardecer más el sentimiento de pertenencia a una organización que desea la paz, pero sobre la base de una participación popular o como ellos llaman una Convención Nacional  con todos los factores políticos y sociales.

Hoy  25 de junio,  al dar a conocer que el 2 de julio volverán a la Mesa de Dialogo,  acaban de proponer, un gesto de buena voluntad, de cese bilateral de fuego por 100 días, para que el Gobierno de Duque pueda hacer el empalme con el gobierno saliente y continuar los Dialogo con esta nueva administración, imagino que el pueblo colombiano pida aceptar está propuesta.

El desafió de la centroizquierda y la izquierda y otros sectores políticos y sociales amantes de la paz, será cerrar filas y trabajar por fortalecer sus estructuras y conformar un Frente Amplio por la Paz y evitar todo lo que puedan dañar los Acuerdos de Paz, tendrán así las  bancada de centro, centroizquierda e izquierda en Cámara y Senado, aliados importante cuyo respaldo necesitan.

El escenario para la alianza que dio los más de 8 millones de voto a Gustavo Petro, resulta un gran  reto, pero también tiene su ventaja, si consideramos que el electorado que votó por Iván  Duque,   se concentró en solo 5 departamento del país, mientras que 27 departamentos votaron equilibradamente y lo que lógicamente requieren, tanto los departamentos del país paisa, y el norteño santandereano es una especial atención.

El país está dividido y cuando sienta el rigor represivo y la política de empobrecimiento a las capas más sufrida, la violencia  lamentablemente regresará a las oscuras noches de la Seguridad Democrática,  que impuso Álvaro Uribe durante su presidencia.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com

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