Por Nathalia Benavides y Leandro Albani
La decisión es NO. Así piensa y siente la mayoría de la
población kurda de Turquía que, este domingo, debe recurrir a las urnas para
participar en el referéndum que podría habilitar la reforma de la Constitución.
La propuesta de reforma fue realizada por el gobierno del
presidente Recep Tayyip Erdogan y es duramente criticada porque, de ser
aprobada, permitiría que el mandatario acumule un poder desmedido, tenga
posibilidad de inmiscuirse en decisiones del Poder Judicial y saltearse
controles parlamentarios.
Aunque en la población kurda en rechazo al referéndum es
concreto, saben que su situación no va a cambiar después del domingo. Es más,
sobrevuela que la guerra desatada desde 2015 por el gobierno turco se va a
acrecentar.
El referéndum en Turquía se realizará en un escenario
crítico, en el cual la administración de Erdogan mantiene el estado de
emergencia en 15 localidades del sudeste del país, en el territorio kurdo
histórico. A esto se suma la reciente denuncia presentada por un grupo de
relatores de Naciones Unidas que alertaron que en el país se violan los
derechos básicos de la población. Y por si fuera poco, los miles de kurdos
desplazados internamente ahora vuelven a sus ciudades para votar, sin saber con
qué se van a encontrar, pero entienden que su obligación moral es participar en
el referéndum.
Frente a esto, el presidente turco encabeza una fuerte
campaña por el SI en la que se combina un fuerte llamado a los sectores
conservadores y a defender la “moral turca”, y la represión al movimiento kurdo
y de izquierda, nucleado en el Partido Democrático de los Pueblos (HDP). El
último golpe contra el HDP fue la prohibición de la canción de campaña por el
NO que el partido había difundido.
Desde mediados de 2015, el gobierno turco desató una cacería
contra el HDP y los kurdos en general. Once diputadas y diputados de la
organización fueron encarcelados, entre ellos sus co-presidentes Selahattin
Demirtaş y Figen Yüksekdağ.
Pese a la opresión en el sudeste de Turquía, los kurdos
redoblaron la campaña por el NO y hasta los niños salen a las calles a rechazar
la reforma constitucional, repartiendo volantes, sosteniendo pancartas con la
palabra “Hayir” (No, en turco) y haciendo flamear las banderas con sus colores:
rojo, verde y amarillo.
Desde Amed, Clair, una joven kurda militante del HDP que
accedió a brindar su testimonio a este medio, es clara en sus palabras: “Frente
al referéndum digo NO. Digo NO para continuar la liberación de las mujeres, por
la libertad a los marginalizadxs, por la autonomía de Kurdistán. Y digo NO
por todos los pueblos reprimidos y por
toda la sociedad”.
Brusk es un joven trabajador de la ciudad de Silvan,
localidad que junto a las de Sur, Cizre, Nusaybin y Sirnak, fueron destruidas
por el Ejército turco. Cuando relata esos días, Brusk recuerda que luego de los
bombardeos contra su localidad, el gobierno ordenó que lo que quedaban en pie
fuera arrasado por topadoras, orden que el ejército se encargó de cumplir. En
Silvan, luego de declarado el estado de sitio, sus pobladores estuvieron
“muchos días sin agua ni pan. Sobrevivieron comiéndose los animales que se iban
muriendo”, cuenta Brusk. Por eso, sabe que rechazar la reforma constitucional
es fundamental para “que el poder no se concentre en una persona, y para que
ese poder no decida sobre todos los pueblos”. “Hay que entender que aquí no
sólo vive el pueblo turco, sino que viven muchas minorías. Este país no es sólo
de los turcos –remarca-. Queremos que en
este país también pueda vivir el pueblo kurdo. Por todo esto digo NO”.
Görkem, estudiante universitaria de Amed, explica que si
triunfa el SI, los derechos de las mujeres se verán afectados. “Yo digo NO
porque pienso que es necesaria la voz de la mujer –resalta-. Por los derechos
de las mujeres y por mi libertad digo No”.
No hay dudas de que el próximo domingo se juega buena parte
del futuro de Turquía. Con el triunfo del SI no sólo los kurdos, y otras
minorías del país, perderán derechos conquistados pacientemente y pese a una
represión que se remonta a 1923, cuando fue creada la actual República. Si
Erdogan avanza con sus políticas de liberalización de la economía, de negación
de otros pueblos y de acumulación de poder en su persona, los pobladores turcos
también recibirán los golpes de un Estado que, día a día, cercena las libertades
individuales y colectivas.
leandroalbani@gmail.com
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