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miércoles, 19 de abril de 2017

Los que dicen NO en Turquía

Por Nathalia Benavides y Leandro Albani

La decisión es NO. Así piensa y siente la mayoría de la población kurda de Turquía que, este domingo, debe recurrir a las urnas para participar en el referéndum que podría habilitar la reforma de la Constitución.
La propuesta de reforma fue realizada por el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan y es duramente criticada porque, de ser aprobada, permitiría que el mandatario acumule un poder desmedido, tenga posibilidad de inmiscuirse en decisiones del Poder Judicial y saltearse controles parlamentarios.



Aunque en la población kurda en rechazo al referéndum es concreto, saben que su situación no va a cambiar después del domingo. Es más, sobrevuela que la guerra desatada desde 2015 por el gobierno turco se va a acrecentar.
El referéndum en Turquía se realizará en un escenario crítico, en el cual la administración de Erdogan mantiene el estado de emergencia en 15 localidades del sudeste del país, en el territorio kurdo histórico. A esto se suma la reciente denuncia presentada por un grupo de relatores de Naciones Unidas que alertaron que en el país se violan los derechos básicos de la población. Y por si fuera poco, los miles de kurdos desplazados internamente ahora vuelven a sus ciudades para votar, sin saber con qué se van a encontrar, pero entienden que su obligación moral es participar en el referéndum.

Frente a esto, el presidente turco encabeza una fuerte campaña por el SI en la que se combina un fuerte llamado a los sectores conservadores y a defender la “moral turca”, y la represión al movimiento kurdo y de izquierda, nucleado en el Partido Democrático de los Pueblos (HDP). El último golpe contra el HDP fue la prohibición de la canción de campaña por el NO que el partido había difundido.

Desde mediados de 2015, el gobierno turco desató una cacería contra el HDP y los kurdos en general. Once diputadas y diputados de la organización fueron encarcelados, entre ellos sus co-presidentes Selahattin Demirtaş y Figen Yüksekdağ.

Pese a la opresión en el sudeste de Turquía, los kurdos redoblaron la campaña por el NO y hasta los niños salen a las calles a rechazar la reforma constitucional, repartiendo volantes, sosteniendo pancartas con la palabra “Hayir” (No, en turco) y haciendo flamear las banderas con sus colores: rojo, verde y amarillo.
Desde Amed, Clair, una joven kurda militante del HDP que accedió a brindar su testimonio a este medio, es clara en sus palabras: “Frente al referéndum digo NO. Digo NO para continuar la liberación de las mujeres, por la libertad a los marginalizadxs, por la autonomía de Kurdistán. Y digo NO por  todos los pueblos reprimidos y por toda la sociedad”.

Brusk es un joven trabajador de la ciudad de Silvan, localidad que junto a las de Sur, Cizre, Nusaybin y Sirnak, fueron destruidas por el Ejército turco. Cuando relata esos días, Brusk recuerda que luego de los bombardeos contra su localidad, el gobierno ordenó que lo que quedaban en pie fuera arrasado por topadoras, orden que el ejército se encargó de cumplir. En Silvan, luego de declarado el estado de sitio, sus pobladores estuvieron “muchos días sin agua ni pan. Sobrevivieron comiéndose los animales que se iban muriendo”, cuenta Brusk. Por eso, sabe que rechazar la reforma constitucional es fundamental para “que el poder no se concentre en una persona, y para que ese poder no decida sobre todos los pueblos”. “Hay que entender que aquí no sólo vive el pueblo turco, sino que viven muchas minorías. Este país no es sólo de los turcos –remarca-.  Queremos que en este país también pueda vivir el pueblo kurdo. Por todo esto digo NO”.

Görkem, estudiante universitaria de Amed, explica que si triunfa el SI, los derechos de las mujeres se verán afectados. “Yo digo NO porque pienso que es necesaria la voz de la mujer –resalta-. Por los derechos de las mujeres y por mi libertad digo No”.

No hay dudas de que el próximo domingo se juega buena parte del futuro de Turquía. Con el triunfo del SI no sólo los kurdos, y otras minorías del país, perderán derechos conquistados pacientemente y pese a una represión que se remonta a 1923, cuando fue creada la actual República. Si Erdogan avanza con sus políticas de liberalización de la economía, de negación de otros pueblos y de acumulación de poder en su persona, los pobladores turcos también recibirán los golpes de un Estado que, día a día, cercena las libertades individuales y colectivas.

leandroalbani@gmail.com 

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